El valor de un café es como el valor que le damos a todas las cosas, incluso a la vida; depende mucho de nuestra percepción de las cosas y de la realidad objetiva.
Lo cierto es que un café se disfruta tanto en la soledad como en compañía, la diferencia la dará si nos encontramos en un momento de reflexión o incluso sí estamos alegres por celebrar una buena noticia.
El valor de un café en soledad, además del placer de tomarlo, es la reflexión que me surge en una mañana frente al mar, como hoy, en donde aprecio con todo mi ser el momento y la bondad que me regala este nuevo día.
El valor de un café en compañía cuando necesitamos hacer catársis de la vida, cuando somos escuchadas con atención y cariño, el valor que me regala compartir un momento y sentirme amada por otras personas, el valor del momento que nos damos como una necesidad que es alimentada por la caridad.
Hoy valoro y agradezco está taza de café en casa, la valoro porque es mi primera actividad del día y es un buen momento para agradecer. Hoy no celebro, hoy reflexiono, con la profunda paz qué viene de quién todo lo puede, con la inmensidad del mar y de la creación y con toda la caridad que habita en mi corazón que es su mismo corazón.
No Hay Comentarios